ANEXO DE ORTIGAL, DISTRITO DE MADEÁN RINDE HOMENAJE A LA PATRONA DE AMERICA
Por: Manuel Madueño Ramos
El 30 de agosto del presente año, el nuevo anexo de Ortigal rinde homenaje a “Santa Rosa de Lima, Patrona de America y las Islas Filipinas”, una de las santas más queridas de América, para el mundo de los católicos. Lo celebran apoteósicamente con orquesta típica folclórica y Banda de Músicos. Este pueblo está cerca a 4000 msnm, cerca del cielo donde los aviones cruzan al alcance de la mano, hasta se siente al aliento del Señor. A una hora de camino hacia el este nos encontramos en los límites de Lima con Huancavelica. Empieza la puna fría, de las lagunas de “Iscaycocha”, “Tutacocha” y “Qoricocha”, de ellas surgen riachuelos que aumentan el caudal del río “Auquichanka”, éste desembocar en el Cañete.
HISTORIA DEL PUEBLO Y SU ESCUELA
Hasta 1952 Ortigal no existía. La población se asentaba en “Ucor Wasi” o “Qanto Corral”, es posible desde el tiempo de los inkas. El lugar estaba sombreado por un inmenso collado, donde vivían Santiago Lume Chinchón, Valerio Chávez, Fortunato Ordóñez Huari, Inocencio Huari, Miselino Pariona Espinoza, Valerio Chávez con sus respectivas esposas, ect,. Por el poblado derecho desciende “Achachaqmayo”, un afluente que baja de los manantiales de los cerros de “Illahuasi” y “Veracruz”, montaña cubierta de quinuales, pitajayas, chayaras y miles de plantas y arbustos silvestres; desde la distancia se observa como una prominencia negra, propiedad de Juan Onofre Chinchón Ramos Girón. Hoy de sus herederos.
En 1940, en “Qanto Corral” empezó a funcionar una escuela particular; era solventado por los pobladores. La primera profesora fue Esperanza Pariona Quinto hija de Policarpo Pariona Huari, natural del lugar, radicada en Lima y a insistencia de su padre, tuvo que viajar desde Zúñiga a dos días de camino en acemilas. Trabajó por espacio de tres años. En 1944, la escuela se oficializó haciéndose cargo la profesora Filomena Mendoza Huari de Víñac, venía reasignada del pueblo de Azángaro, luego la profesora Nieves Madueño Ramos del barrio de Yuncaipara; al año siguiente la reemplazó doña Juana Chaupín de Zavala, natural de Yauyos.
En 1952, la escuela se trasladó se “Espíritu Pata” donde el pueblo había construido un nuevo local; los poblanos lo bautizaron con el nombre de Ortigal; nombre viene de la gran cantidad de ortigas que crece al borde de los andenes. Es una planta herbácea, sus tallos y hojas cubiertas de espinitas, que al leve roce de la piel produce escozores formando ronchas. El local tenía dos aulas. En la pared exterior, frente al patio estaba empotrada una pizarra pintada de verde, que hasta ahora existe; allí se formaban los niños y jugaban en el recreo, aparte de escaparse por el campo en busca de “Antaylumas”, pequeña fruta silvestre que abunda en los cercos y andenes, especialmente en los meses de abril y mayo.
La escuela era el único edificio. Los pobladores vivían demasiado lejos. Las casas más próximas eran de doña Felícita Alva Cusipuma, de los hermanos Clemente, Blas y Nemesio Huari. En la parte alta del cerro a un kms de distancia se halla “Cebada Pata”, domicilios de los hermanos Rosario y Bonifacio Mora Leyva sus esposas, “yanacones” y pastores.
A la hora de ingreso a la escuela los niños aparecían de improviso de la cumbre de los cerros, los resquisicios de las quebradas, de casas inimaginables, sólo localizable por el espiral de humo que despedía sus chozas que se elevaban al cielo: “Ispachi”, “Qanto Corral”, “Toma”, “Pallka”, “Veracruz”, “Pallqacancha”, “Ayacerca” “Totora”, “Q’uñe”, “Juchpanco”, “Cebada Pata”.
LA FIESTA A SANTA ROSA
El 30 de agosto de 1952 se inició celebrar la fiesta a “Santa Rosa de Lima” la nombró su Patrona. Contrataron la Banda de Músicos del pueblo de Apurí. Un año antes a sus mayordomos, para que atiendan a los músicos. Ese año llegaron hombres y mujeres de todas partes: Víñac, Madeán, Tayamarca, Yuncaipara. Ispachi, las damas con sus vestidos de vivos colores. Los campesinos apenas escuchan la música, encierran sus animales en el redil y se alistan para ir al pequeño pueblo; los jóvenes dejan la hoz de los trigales y llegan en grupos emponchados. Para entonces no había capilla para colocar la imagen de la Santa, menos llegaban sacerdotes, ni curas; sólo algunas mujeres cantaban tonadillas religiosas.
El baile se iniciaba en el patio de la escuela. Se zapateaba día y de noche; mientras los mayordomos hacían recorrer vasos de “chamiscol” (agua hervida, limón y azúcar). Y esta alegría continuaba hasta el amanecer. Al día siguiente se realizaba el fútbol y el voleibol. El campo deportivo estaba en “Veracruz” a media hora de camino, éste era un inmenso campo natral, los jugadores llegaban cansados colocaban los arcos y en la misma tarde terminaba el campeonato. Posteriormente compraron un terreno más abajo del poblado donde en la actualidad se juega el fútbol. Los equipos de fúbol también han aumentado.
Al amanecer del 1º de noviembre la fiesta había terminado, después de tres días de frenético baile, donde muchas parejas se enamoraban, otras se fugaban jurándose amor eterno, para volver después de un año con un hijo sobre sus espaldas. Se despedía la Banda de Músicos, las damitas suspiraban hondamente con nostalgia y pena. Consumado todo, el eco de la música resonaba en nuestros oídos por espacio de varios días.
Recuerdo nítidamente las personas que bailaban alegremente. Muchos ya no se encuentran con nosotros, quizás danzando en grupos en el cielo: Santiago Lume Chinchón, Aquiles Ramos Mendoza, Inocencio Huari, Uldarico Moran Pariona, Clemente Huari, Ricardo Lume Huari, Guzmán Gonzáles, Damiana Madueño Alva, Umberdina Moran Pariona, David Huari Alva, Cirila Ramos Mendoza, Anselmo Huari y esposa Terensia Leyva, Celso Cárdenas, Valentín Lume Alva, Amador Sulluchuco, Salomé Huari Sulluchuco,etc, etc.
EL ORTIGAL DE HOY
Actualmente Ortigal es una ciudad planificada, con calles delineadas, una capilla con sus dos torres, un local comunal, una escuela con varias aulas, losa deportiva, agua potable y vía de comunicación de Cañete y Huancayo, llegan tres veces a la semana llevando artículos de la costa. Después de muchos años he vuelto a los lugares de mi primera infancia, aprendí amar, estudiar y a perdonar; mis amigos ya no están sólo algunos desconocidos pasean por sus calles solitarias, porque la mayoría se van al campo al pastar sus ganados, a la labrar la tierra, eso es su vida desde el amanecer hasta el anochecer, salvo este 30 de agosto que se olvidarán para volver a bailar, jugar, enamorar y seguir la ruta de sus destinos.